Querido diario
Mis padres hicieron
muchas cosas a las que pretendieron que todas saldrían bien, entre ellas
encargarse de que yo tuviese una vida
social activa para no padecer lo mismo que ellos; soledad, digamos. A veces
viene al palacio un hijo de mi edad de algún diplomático o gobernante de otro
país para tener un día de juegos. No es tan emocionante como parece. Solo me
repiten “haz la magia, haz la magia” y es todo lo que hacemos y sinceramente me
aburro mucho. También hablaron con mis profesores de tercer grado de la escuela
para pedirles que mis compañeros fuesen más “amigables” conmigo, si era
posible. Fue súper embarazoso.
Aunque las cosas no
salieron como querían, por el contrario. En la escuela, no le agrado a ninguno
de mis compañeros. Tal vez es por ser princesa, o por tener magia. Quizás
sienten miedo, o me ven… rara. Papá dice que son envidiosos. No lo creo de
igual forma, pienso que soy yo el problema, pero no es algo que me preocupe. La
verdad, hay cosas más interesantes. Sin embargo, admito que tomó tiempo, pero
finalmente Frederick comenzó a agradarme y es el día de hoy que somos amigos. Bueno,
más o menos. Pero con casi–un–amigo me conformo.
La primera vez que lo llevé
a palacio para que conociera a mi familia no fue tan buena como esperaba. El
día ya de por sí había comenzado extraño.
– ¡Elsa! – papá le reprimió. Había soltado mi mano y sostuvo
a mamá antes de que se desplomara sobre el barandal de las extensas escaleras. Dijo
su nombre como si le estuviera reprochando el hecho de casi caer. Raro. – Casi
me matas del susto. Te habrías caído por las escaleras.
–Jack, estoy bien, puedes soltarme. –su voz se oía cansada y
sin ánimos de discutir. Sacó su mano de su agarre. Papá la miró con cara de
pocos esposos, diría amigos pero son más que eso. Mis ojos pasaban de uno al
otro, sin comprender por qué se veían fastidiados. También noté que mamá tenía
ojeras del tamaño de un cráter y se la veía en estado enfermizo. Tal vez le
agarró un resfriado, pensé. Últimamente tenía muchos de esos.
–Elsa, no es la primera vez que pasa. ¿Lo entiendes, no?
Hace meses que te sucede lo mismo, parece que te desplomas en cualquier
instante. – continuó él, intranquilo.
–No exageres, no es así.
Sí lo era. Hacía un mes aproximadamente habíamos ido a
cabalgar en su día libre y mamá cayó del caballo cual bolsa de papas. No
pudimos disfrutar mucho del día, pero por suerte solo había sido un desmayo.
Unas horas de reposo y al día siguiente ya estaba como nueva, e intentábamos
otra salida familiar. Y así sucesivamente. Pero todas estas, paseos, visitas,
incluso ir a la misma biblioteca que queda en el piso de abajo, terminaban como
la primera. Y hoy, un total día cualquiera de otoño, no era la excepción.
– Solo estoy un poco
mareada. – le calmó, pero no sirvió de mucho. – Se me pasará cuando desayune.
Vamos, cielo. La comida nos espera. – tomó mi mano y sin más descendimos las
escaleras, dejando a papá atónito y con el ceño fruncido en la cima de las
mismas. Parecía que mamá estaba huyendo de él, y eso le molestaba a papá, que
escondiera algo. Aunque supuse que solo tenía mucha hambre y estaba apurada por
llenar la barriga. Igual me preocupaba.
–Mamá, ¿segura te sientes bien? Podríamos llamar al médico.
–No, Elise, estoy bien. Iré a verlo en la tarde, no te
preocupes. – abrió la puerta para mí e ingresamos al gran comedor. No es tan
grande como suena. Solo hay una larga mesa con varias sillas. Me gusta porque
puedo elegir la que quiera, aunque mamá siempre dice que me siente cerca de
ellos. Como sea, ni bien llegó la comida, papá entró de un portazo.
–Elsa. Necesito hablar contigo un momento. – dijo firme y
secamente, como en el episodio de las escaleras. De hecho, no le había visto
sonreír en días. Y estoy hablando de papá.
Ya sabía que eso significaba un tema serio y por lo visto se avecinaba una
pelea. ¿Pero por qué pelearían? ¿Solo porque mamá estaba un poco enferma?
–¿No quieres venir a desayunar? – mamá rebotó su golpe con un tono casual. Mientras yo metía
en mi boca cantidades indiscriminadas de tostaditas untadas con queso, ella no
había tocado su plato.
–Elsa, tenemos que
hablar. –seguía serio. Vaya, creo que tuve escalofríos, o el jugo estaba muy
frío.
–Bien. – mamá arrojó la servilleta de su falda sobre el
plato, impacientada. Luego me echó un vistazo a los ojos con una sonrisa que
antes no estaba y mirada despreocupada, frente a los míos calados en confusión. – Tu padre está
un poco preocupado por unos temas de trabajo. Termina el desayuno tranquila,
después vendré a buscarte para la escuela. – me dio un beso y salió dando otro
portazo.
Creo que ahora sí puedo sentarme donde quiera.
Un tema de trabajo, eso era razón suficiente para
tranquilizarme, porque siempre lograban arreglarlos. No se oyeron ruidos del
otro lado de la puerta del comedor, por lo que tuvieron que haber ido a su
oficina o a su habitación a hablar de sus asuntos. Ni bien acabé, subí a mi
cuarto a las corridas y me cambié. No encontraba mi vestido lavanda por ninguna
parte, y mi cabello era un desastre, ¿cómo nadie me dijo nada? Ojalá mamá se apure para arreglarme.
Por primera vez, probé lo que mamá me enseñó tiempo atrás;
hacer prendas con mi magia. Precisamente, yo no era una experta. Los cristales
de hielo que quería crear me salían casi siempre deformes. Y tan claro como el
agua, hacer siquiera ropa sería un desafío de alto nivel. Eso requería mucha
práctica y concentración, y yo no tenía nada de esos. Aun así, lo intenté.
Batí mi mano y enfoqué en mi mente el vestido que quería
crear sobre mi traje de desayuno. Luego los trazos de hielo que salían de mi
mano se entretejían para crearlo y… papá tocó la puerta y mi concentración se
desplomó así como el polvillo nevado. Qué decepción. Por otra parte, fue raro porque
él por lo general no toca, simplemente arremete en mi habitación cual
tempestad.
–Huh… ¿Elise?
–¿Y mamá? – pregunté al no verla a su lado.
–Tu madre está… resolviendo los asuntos. Surgió algo con un
país que no recuerdo y bueno, asuntos de Reina. Sabes que no soy tan bueno como
ella, sino la ayudaría. – puso su mano en mi barbilla. Sentía mi frente caer
sobre mis párpados, lo que significaba que estaba haciendo esa cara. La cara que hago cuando no me gusta algo, y papá trata de
que se me vaya. – Pero por otro lado, tu madre me ha mandado a que cumpla una
misión más importante.
–¿Qué?
–Peinarte y vestirte para la escuela. – intentaba sonreír
como si la idea le agradase. Era malo para fingir esas cosas.
–Hay doncellas para eso, papá. No tienes que–
–No vamos a molestarlas por algo tan simple. Lo haré yo y
está decidido. – se levantó sonriendo. Una sonrisa sospechosa. – Ahora, ¿dónde
se suponen que las niñas guardan sus vestidos?
Una hora más tarde y yo llegaba tarde a la escuela, con el
pelo rubio enredado en dos colas de caballo ridículas. Papá se había esforzado,
por lo que no dije nada cuando lo que quería era gritar.
Al final del día, Frederick me acompañó a casa, se suponía
que íbamos a pasar juntos la tarde en casa. Estaba más emocionado que un conejo
al saber que iríamos en carruaje.
–¡Santos cielos! ¡Esto es increíble! ¿Es eso oro? – señalaba
las ruedas y saltaba alrededor de los caballos.
–Supongo. – elevé los hombros. Entramos y en todo el camino
no puro parar de babear al ver el interior. Me reí al pensar lo que sería al
ver el palacio.
Como era de imaginar, Fred puso un pie en el alfombrado y
gritó: ¡¡¡¡ESTO ES GRANDIOSO!!!!! Tapé su boca con mi mano cuando todos los
empleados se giraron al vernos, y lo arrastré lejos de nuestra escolta. Nos
persiguió hasta que se cansó de buscarnos.
Fuimos al cuarto de juegos y le mostré mis juguetes. Las
doncellas procuraron que Olaf se
mantuviese fuera de alcance para evitarle a Frederick un ataque al corazón. En
seguida le mostré pinturas, armaduras, el jardín y le presenté algunos
soldados. Al final, quedaba presentarles mis padres, y quizás después les
robaríamos las bicicletas a mis primos.
Frederick estaba más que excitado por conocerlos. Quería
saber si eran tan altos como decían, y si es verdad que mi padre tiene barba,
como decía su primo Jeff.
Fuimos entonces a su oficina, donde me dijeron que estaban.
Pero antes de tocar, las puertas se abrieron de par en par. Mamá salía de allí casi
corriendo, ni siquiera nos vio del otro lado. Solo salió como estampida y dobló
a la derecha. No pude ver su rostro, pero sí sus pisadas que dejaban huellas de
escarcha. Mala señal.
El pánico me inundó, y quise sacar a Frederick de allí,
aunque fuese por la ventana. Pero a la vez sentía el reflejo de seguirla.
Papá salió un segundo más tarde tras ella, y al igual, no nos prestó atención. ¿Qué tiene que hacer
una hija para captar la atención de sus padres? Tomé a Frederick de la mano y
eché a correr a por ellos. En un rápido vistazo, vi su cara de terror y
confusión. No era el único.
Los alcanzamos unos pocos metros más adelante. Me paré
enfrente, no tenían opción más que mirarnos.
–Mamá, papá, él es–
–Ahora no, Elise. – respondió tosca mamá y siguió de largo
por el pasillo, cubriéndose el rostro. Papá me miró de soslayo, casi como una
disculpa, y la siguió. Mamá era rápida, ya estaba al final del pasillo y estoy
segura de que papá hubiese deseado perseguirla volando, pero ya nunca lo hacía.
Frederick a mi lado soltó mi mano. Estaba decepcionado y un
poco dolido, juzgando por cómo se arremangaba la camisa descolorida. ¿Qué clase
de padres huyen del único amigo de su hija?
–Lo siento, Fred. Esto nunca ha pasado. – intenté
disculparme.
A pesar de su repentina tristeza, quiso sonreírme en
respuesta.
–No hay problema. Pero… Tal vez sea mejor que vaya a casa.
Mi tío quiere que regrese antes de las seis.
– ¡Pero recién llegas! – le supliqué. Que se vaya podría
significar una ruptura en nuestra recientemente forzada amistad.
–En serio, Elise. Fue muy divertido. Tu casa está de lujo.
Mi casa entra como cien veces aquí. – su risa se resplandeció para luego
apagarse. – Pero debo irme. Saluda a tus padres– ¡El Rey y la Reina! – se
corrigió. – por mí.
Se dio la vuelta y empezó a caminar, cabizbajo. Corrí hacia
él, lo tomé del brazo y le dije que le acompañaría. Nunca hallaría la salida
por sí sólo.
Cuando Frederick se subió al carruaje de regreso a casa, ya
sin la emoción de la primera vez, corrí de nuevo a la segunda planta, a la
habitación de mis padres. Me importó un comino la invasión a su privacidad y de
que yo no tenía permitido entrar sin permiso, pero lo hice. No había nadie
allí. Corrí a su oficina, aún más encrespada. Nada. Al comedor. Lo mismo, nada.
Y así en todas las habitaciones que se me ocurrían hasta que mis piernas
temblaban. Apenas logré llegar a mi cuarto para permitirme tumbarme.
¿Dónde estaban? ¿Qué rayos sucedía?
Desarmé mis horribles coletas y me puse el pijama, aunque
apenas eran las siete. Lo que significaba que no bajaría a cenar siquiera, no
sin la ropa adecuada. Esa era mi rebelión. Abracé la almohada y ya no pude
retener el llanto.
Abrí los ojos en la oscuridad de mi cuarto. Miré el reloj y
eran las diez y media. No recordaba haberme dormido, sin embargo. La cabeza me
dolía, aún risueña por el mal momento. Limpié las lágrimas secas con mi manga y
salí en busca de alguien. No me topé con ninguna doncella en el camino a su
habitación, no solían haber sirvientes en esa ala, a excepción de las damas de
compañía y mayordomos. Quise estar segura de que a mis padres no se los había
comido la tierra. No antes de que les dijese lo que tenía que decir.
Y fue ahí que pasó lo más extraño del día.
Bostecé una vez más antes de tocar su puerta. Pero no fue
necesario tocar. La misma estaba entreabierta. Nunca dejaban la puerta abierta.
Me asomé con cautela por ella. Las velas salpicaban la
habitación en tonos cálidos. No los veía a ellos, sino sus sombras, y algunos
restos de escarcha en los muebles. Y luego, los oí gritar.
–¡Ya para, Jack!
–¡No, Elsa! ¡Tú para! ¿No te das cuenta lo que estás
haciendo?
–¡No es tú
problema, sino mío! ¡Y dije que dejes el tema! –parecía que mamá tenía un nudo
en la garganta.
–¡Tus problemas se convirtieron en míos desde el día en que
nos casamos, maldita sea! – me tapé la boca, aplastándome más contra la puerta.
Papá hacía sonar algo tan lindo como un sermón.
–¡PERO ESTE NO ES TUYO!
¿Qué problema?
–¡¿Por qué no dejas de pensar en ti y piensas en nuestra
hija?!
–¡No metas a Elise en esto!
–¡ES NUESTRA HIJA, JODER! ¡Claro que tiene que estar involucrada!¡¿No te importa acaso?! ¿No te
importo yo?
–¡DEJA DE DECIR ESO! – mamá lloraba. – ¿CÓMO NO ME VAN A
IMPORTAR?
–¡Demuéstralo entonces y sal por esta puerta– papá la abrió
de un sopetón, enviando una brisa que sacudió su melena y la de mamá unos pasos
más atrás. Ambos pares de ojos estaban abiertos como platos, y las bocas casi
tocaban el suelo. Yo permanecía paralizada. Nunca los había escuchado discutir
así. Nadie se movió por lo que me pareció una eternidad.
Las lágrimas me cayeron como un reflejo de mamá.
–Jack… – susurró ella aterrada.
Papá se arrodilló lentamente y me abrazó, dejando de lado el
velo afilado que los cubría unos minutos atrás. Posiblemente porque no quería
que comenzara a hablar, a hacer preguntas que empeoraran la situación. Mamá nos
apreciaba de lejos y no tardó mucho en unirse a nosotros, a contenerme. A contenernos. Como si no hubiese peleado
con papá, me envolvió a mí y a él entre sus brazos. Con nuestras cabezas
unidas, papá fue el único que se atrevió a hablar. Ni una lágrima le afectaba
como a nosotras, pero no quería decir que no estuviese afligido.
–Elise… Lo que oíste… Lo que oíste, – buscaba las palabras.
– no fue más que una discusión. ¿Recuerdas el tema del que te hablé esta
mañana? – me miró directo a los ojos, los suyos un poco más animados. Asentí. –
Bueno, de eso se trata. Elsa y y… Tu madre y yo hemos estado estresados por
ello, y por eso nos gritamos. ¿No es así… cielo? – se dirigió a ella.
Mamá nos miró a los dos, y sacudió la cabeza en asentimiento
con una media sonrisa. Le hubiese limpiado las lágrimas del rostro si no
hubiese estado paralizada todavía por la angustia, estrujando mi vestido.
–Pero todo está bien ahora. – me aseguró ella con un hilillo
de voz, aunque dudaba de ello un poco. Pero podría confiar en sus palabras. Al
menos eso suponía. – Eres joven para comprender ahora, pero algún día lo harás.
–¿No se van a separar para siempre? – dije mientras me sorbía
la nariz. Papá usó para limpiarme su pañuelo verde de traje que aún vestía pese
a la hora.
–No, hija, no. – dijo ella en un melodioso tono convencedor.
– Jamás. Lo que tu padre y yo tenemos no se rompe simplemente por una disputa.
–Jamás. – concordó él.
–¿Y cuál es el problema entonces?
–Ya lo dijo tu madre, Elise. Un problema político. Uno enorme. Que no entenderías. Pero estoy
seguro de que tu madre lo podrá resolver. – por algún motivo, se
esforzaba por resaltar cada palabra. Mamá solo fijaba su mirada en mí.
–¿Están seguros que es eso? – pregunté. ¿Tanto problema por
trabajo?
–Por supuesto. –dijo él. Madre asintió a continuación. Y con
ello bastó para que desaparecieran las manos invisibles que estrujaban mi
corazón. Desaparecieron las dudas. La mayoría de ellas por lo menos. Yo les
creía. Y todo debía estar bien entonces.
–No volveremos a pelear por ello, Elise. Lo prometemos. –
mamá impuso. – Ahora, ve a dormir. Acompáñala a dormir, Jack.
Papá tomó mi mano y me sacó de allí con delicadeza. Vi cómo
mamá se encerraba en su recámara cuando salimos. Me llevó a mi cama, me arropó
y se despidió con un beso en mi frente. Lo vi irse y no volver la vista atrás.
Entonces me imaginé que volvería a su habitación y seguirían gritándose hasta
que les duelan las gargantas. O solo se abrazarían y dormirían, mamá llorando y
el acariciando su pelo. O ambas.
Como fuese… Esa noche no pude dormir.
Primer comentario! Dios, Britt no se qué decir. Primero, gracias por subir y por aclararlo. Segundo, OMG quiero saber que pasa!!!!
ResponderBorrarEspero el siguiente cap con ansias. Por cierto me uni a Wattpad y voy a buscarla.
Con cariño Nina
Gracias Nina! Tanto tiempo, perdona por la tardanza del cap. Lo empezaré a escribir al siguiente pronto. Saludos y Feliz Navidad!
BorrarBritt, soy Dulce, tu Fan, me alegra que hayas vuelto a escribir, tambien me preocupa que pasa, cual es el gran problema?........ Feliz Navidad, por cierto, aunque atrasado, jejejeje, odio cuando Elsa y Jack pelean. Pero cuando Elsa se sentia mareada me daba la impresion de que era *MB*R*Z*, (Solo quite las vocales, espero que entiendas mi codigo)
ResponderBorrarEn fin, continua y muchos besos
AMOR Y VIDA
WOW, impactante....ME ENCANTOOOOOOO!!!! que inriga por Dios te juro Brittany que yo pense lo mismo que Dulce lo del CODIGO en fin TE LO RUEGO, TE LO IMPLORO, TE LO SUPLICO, TE LO PIDO DE RODILLAS POR FAVOOOOOOOOOORRRRRRRRR
ResponderBorrarPUEDES EXTENDER EL DIARIO DE ELISE????? SERIA UN SUEÑO HECHO REALIDAD QUE LO HICIERAS SERIA INMENSAMENTE FELIZ SI LO HACES y si no puedes hacerlo lamento haberte molestado de todos modos me encantan tus historias besos Cande
perdon, es que la emocion me apuró era intriga ;) besos KND
BorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarHola me llamo Litzy y la verdad me encanto tu historia debes continuarla pliss encerio cambiaste mi vida. 😀
ResponderBorrarPor que todas mis amigas dicen que es mejor jackunzel que Jelsa y me puse a investigar sobre ambas parejas y llege a empezar a leer tu fantastica historia!!! Enserio Amiga Soy tu fan...
Continua pliss y te juro que no me perdere tus otras 2 novelas jeje y las buscare en wattpad y ps ya.... Jaja acuerda vales 10000000000000000000000000000000000 y mas jaja
Hola me llamo Litzy y la verdad me encanto tu historia debes continuarla pliss encerio cambiaste mi vida. 😀
ResponderBorrarPor que todas mis amigas dicen que es mejor jackunzel que Jelsa y me puse a investigar sobre ambas parejas y llege a empezar a leer tu fantastica historia!!! Enserio Amiga Soy tu fan...
Continua pliss y te juro que no me perdere tus otras 2 novelas jeje y las buscare en wattpad y ps ya.... Jaja acuerda vales 10000000000000000000000000000000000 y mas jaja
OMG dice primos??? @.@ KRISTANNAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
ResponderBorrarme encanto tu historia, pero me quede con la duda de por que Jack y Elsa discutian. que fue lo que paso?
ResponderBorrarHola que tal! me encanta tu historia, esta buenisima, ahora quisiera hacerte una pregunta.....como hicistes para que tu blog saliera en internet tan facilmente? porque yo tambien publique un blog pero me cuesta buscarlo en google, espero que puedas ayudarme por favor, por favooooooor
ResponderBorrarHola que tal! me encanta tu historia, esta buenisima, ahora quisiera hacerte una pregunta.....como hicistes para que tu blog saliera en internet tan facilmente? porque yo tambien publique un blog pero me cuesta buscarlo en google, espero que puedas ayudarme por favor, por favooooooor
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