Jelsa una historia de amor verdadero.
Capítulo 37. "Tomando el control"
El día siguiente fue más ágil que el primero. El grupo se
estaba adaptando al trabajo en equipo que significaba vivir en el bosque, como
si los engranajes de un reloj fuesen comprendiendo el funcionamiento de las
horas y funcionaran mejor. El desayuno había sido suficiente para saciarlos, y
el sol brillaba amablemente sobre las hojas que comenzaban a teñirse de marrón
otoñal. Azulejos los despertaban con su bello canto mientras dejaban los platos
sucios y vacíos.
Mérida se ofreció a lavarlos.
-Puedo acompañarte, no tengo problema. – dijo Hiccup a punto
de pararse, en verdad no era por un motivo en especial, solo que le comenzaba a
agradar la escocesa. Pero Mer lo detuvo.
-¡No, no! – miró alrededor, en busca de ayuda. Encontró a
Rapunzel a su derecha. Trató de parecer lo más tranquila posible – Ella me
acompañará. Vamos… - empujó a la joven sin dejar que respondiese al sendero y se
esfumaron.
Hiccup parecía atónito pero alejó el sentimiento en un
revuelo de hombros.
-Mujeres…
-¿Mérida, qué fue eso? – preguntó Rapunzel mientras trataba
de no perder el equilibrio en el desigual terreno. Ya estaban bastante lejos
del campamento pero las siluetas de los demás se distinguían como sombras.
-¿Qué fue qué? – respondió. No quería hablar de ello.
-No te hagas la tonta, Mer. Puedes decirme.
-Pero no sé de lo que estás hablando.
Rapunzel pudo jurar haber visto que ella desviaba la mirada.
-Sí que sabes, acabas de salir corriendo de Hiccup.
-¿Y?
-Te gust-
-¡Ni se te ocurra decirlo! – le tapó la boca con la parte
trasera de una de sus flechas.
-¡PERO TE GUSTA!- gritó al alejar la flecha de sus labios. Se
iluminó de alegría.
-Shhh, acabo de ver algo. – le interrumpió.
-Mérida, no me cambies de tema. Además no he oído na-
-Vamos – Mérida empujó de ella lejos, corriendo por los
bosques. Rapunzel no estaba segura de a dónde iba o si corría solo para no
escucharla. Igual la escucharía.
-Deja de interrumpirme y contesta. – Rapunzel intentaba
frenarla, pero ella era muy fuerte y la siguió arrastrando. Parecía un sabueso
en busca de una presa. – Mérida, no estamos yendo por donde solemos. Deberíamos-
-No, Punzie. Acabo de ver algo… - insistió.
-¿Y qué entonces?
Mérida frenó por un momento.
-No me lo creerías.
-Claro que sí, dímelo.
-Vi una criatura mágica. En mi pueblo, se dice que esas
luces guían el camino a tu destino.
-…Ajaaa… Y… tú acabas de ver una… ¿luz? – arrastró las
palabras. ¿De qué rayos estaba hablando?
-¡Sí, y se dirigía hacia allí! – Apuntó al frente - ¡Vamos,
hay que seguirla! – la tomó del brazo y siguió corriendo.
-Pero lo único que hay son-
La palabra árboles
quedó tapada por sus gritos al caer al vacío. Al final del camino no había más
que un acantilado, y a la velocidad a la que iban no habían podido frenar para
evitar la caída. Pensaron que iban a morir, era su fin. Menuda luz del destino…
Sin embargo se encontraron hundiéndose en aguas cristalinas
y manantiales. A pesar de que los fríos tiempos se acercaban, esta laguna
inmensa tenía una temperatura ideal. El problema era que parecía no tener
salida. Estaba en un terreno hundido, casi escondido, y con algunos árboles
alrededor de la laguna, en la pradera, cuyas copas no se acercaban siquiera a
la salida.
-¡Punzie! ¿Estás bien? – dijo mientras trataba de recuperar
el aire. Rapunzel también pataleaba mientras tomaba una gran bocanada de
oxígeno.
-¡Mérida! Sí, lo estoy. ¿Qué rayos es este lugar?
-No tengo idea, nunca lo había visto.
-No debimos habernos alejado tanto, no sabrán donde estamos.
Si no hubieses huido de Hiccup…
Mérida rio, anquen no pretendía hacerlo. Tampoco que sus
mejillas se tornaran rosas. Le lanzó una oleada de agua a su amiga para que no
la viese.
-Calla. Será mejor que veamos cómo salir de aquí.
-Yo no me apresuraría tanto… Este lugar parece simpatizarme…
- dijo mientras flotaba panza arriba y cerraba los ojos. Nada parecía
molestarle a Rapunzel, ni siquiera las situaciones terribles.
-Se preguntarán a dónde estamos. Tal vez piensen que nos
pasó algo.
-¿O quieres decir que Hiccup
se preocupará? – dijo socarronamente y abriendo apenas un ojo. Mérida la
salpicó una vez más.
Ya era mediodía y las chicas no regresaban. En el
campamento, la preocupación brotaba en sus mentes. Pero Jack, tenía en su mente
otra cosa. Aunque no podía reprimirlo, la boca le sabía amarga cuando pensaba
en cuánto tiempo Elsa se pasaba con James. No sabía si ella lo protegía como a
un perrito de lo inútil que era, o si era para darle celos a Jack, aunque Elsa
nunca dio atisbos que esto fuese cierto.
De cualquier forma, odiaba ambos pensamientos.
-Oigan, las chicas no regresan. – se percató Elsa. James, a su lado, concordó.
-Sí, es verdad. Quizás deberíamos ir a buscarlas. ¿No?
-Buena idea. Fueron solo a lavar los cacharros, y el río no
está tan lejos de aquí. – respondió Hiccup. – Tal vez algo les pasó. Los
bosques son peligrosos.
James se sonrojó.
-Sí, pero está Mérida quien tiene su arco y flechas y puede defenderse. – dijo Jack. – También Rapunzel es capaz de
hacerlo con su sartén, ya saben.
-Aun así, viejo. Podrían están perdidas.
-Iré a buscarlas, si quieren. – se ofreció James.
-Bien. – declaró Jack. – Hiccup, irás con él. Si hay
problemas, solo griten. Oh, y llévense a Chimuelo, no queremos más incidentes.
-Sí, jefe. – a Hiccup le agradaba el papel que Jack había
tomado. A decir verdad, lo hacía muy bien. Silbó a su dragón y con James se
fueron a buscarlas.
-Oh, ya veo para que les pediste que se fuesen. – dijo Elsa,
sentada desde una roca, con una sonrisa torcida plasmada en sus labios mientras
arqueaba una ceja. – Querías un tiempo a solas.
-En verdad no quería que ese James fuera solo. Podría no
volver en una pieza esta vez.
-No seas duro, Jack. – Resopló – No tendrá poderes, pero James es valiente. – lo defendió con firmeza.
-Yo no he dicho nada… - alzó las manos, tratando de ocultar
la sonrisa que le nacía. Se quedó mirando a la nada misma, por un tiempo, y
Elsa sacudía la cabeza y miraba hacia otro lado que no fuese él. Jack, con su
mano lejos de la vista de Elsa, formó una perfecta bola de nieve de la nada. Si
iba a ganarse su corazón nuevamente haría lo que mejor sabe hacer, divertirse.
Pero antes de que él pudiese siquiera moverse, otra bola de
nieve le cayó en la cabeza. Casi lo derriba.
-No me esperaba eso. – estaba atónito.
-Te conozco, Jack.
Elsa no pretendía jugar, solo prevenirle de que no se
metiera con ella. Tampoco estaba de humor, tampoco era tan fácil…
– ¿Como en los viejos tiempos?–murmuró Jack, la sorpresa
desaparecía para dejar en su lugar la diversión. Su perversa mueca estaba allí.
Elsa sonrió sin querer hacerlo. De nuevo, Jack tenía ese no sé qué sobre ella, que la hechizaba.
Pero antes de que la primera bola de nieve pudiese ser
arrojada contra el otro, fueron interrumpidos por un pedido de auxilio de Hiccup.
Jack y Esa se miraron y corrieron hacia donde los chicos habían desaparecido.
La paz no era posible en los bosques…
Les costó en un
principio conocer su ubicación, hasta que vieron una luz de color índigo a lo
lejos, y decidieron seguirla al trote mientras esta desaparecía. Era como si la
luz los llamase. Pero cuando llegaron al final del tramo, sin darse cuenta
siguieron avanzando, y si no hubiese sido por Jack que cruzó su brazo delante
de ella, Elsa hubiese caído.
Con el corazón en la garganta, la pareja se sorprendió al
ver a sus amigos, riendo y chapoteando en una laguna al final del abismo.
Incluso Chimuelo era una pequeña mancha negra a lo lejos que nadaba como un
perro.
-¿Qué rayos-?- se preguntó Jack. Sin sonsacar, alzó a Elsa
sosteniendo sus piernas y cintura y descendió con la gracia de una hoja en el
viento hasta un elevado terreno en la costa de las aguas.
-Oímos gritos, ¿qué pasó? – se apresuró a decir la Reina.
-¡Al fin! Los estábamos esperando. – decía Hiccup.
-¡Entren, qué esperan! ¡El agua está deliciosa! – dijo James
a coro, alentándolos con una mano. Ambos se habían quitado sus remeras y
nadaban con sus pantalones. El pelo húmedo les cubría los ojos.
Las muchachas también estaban en paños menores, con sus
ropas interiores estilo medieval. Elsa
no sabía cómo responder; quería congelarlos a todos por haberlos hecho
preocupar y suponer lo peor, mientras en verdad estaban divirtiéndose en una
recóndita laguna.
Elsa miraba a la situación pasmada, su asombro fue mayor al
ver a Jack quitarse la ropa y luego saltar con ella en brazos. Si no hubiese
sido tan rápido, tal vez la muchacha pudo haberse resistido. Terminaron en el
fondo de la laguna, con las mejillas hinchadas y mirándose entre sí en ese
extraño abrazo bajo del agua. Con un firme golpe al suelo, resurgieron otra vez
a la superficie.
Elsa estaba incómoda, su pelo se había soltado y le cubría
la vista, aún con su vestido puesto, y
con todos sus sentidos alarmados. Por su lado, Jack sonreía, lo que hizo mucho
para tranquilizar a la joven. De hecho, todos lo hacían. Podría no ser tan
malo. Elsa se unió a sus carcajadas e hizo desaparecer su larga gala de hielo para
dejar en su lugar ropa interior del mismo material.
A decir verdad, no
deja demasiado espacio a la imaginación, a Jack se le escapó el
pensamiento. En todo su tiempo, solo había podido verle la pantorrilla cuando
arrancó un trozo de vestido aquella vez que él chocó con un árbol. Esto era una
develación.
Sin embargo, disfrutaron del lugar incluso hasta que el cielo
se pintaba de naranja con salpicaduras blancas por las nubes, el agua seguía
igual de calentita. Allí era tranquilo, de todos los peligros existentes en lo
salvaje, también había paz por cada uno de ellos. Exprimieron el momento como a
una fruta, esto sería recordado con alegría en sus ojos en algún futuro.
- De hecho, hemos descubierto la manera de salir cuando
Hiccup, Chimuelo y James nos encontraron. – Mérida le contaba a Elsa y señalaba
despreocupadamente con la cabeza al dragón que pataleaba.
Tomaron turnos para arrojarse desde el punto más alto de
aquel lugar hundido. Lo hacían ver tan fácil… Ahora era el turno de Elsa. Le
hubiese gustado que hubiese alguien con ella, o que no la hubiesen obligado a
subir. Miró más debajo de sus pies, la laguna estaba muy lejos. Su estómago se
encogió. No iba a hacerlo, no iba a hacerlo.
-¡Vamos, princesa! – gritaba Hiccup, colocó sus manos
alrededor de sus manos para que la escuchara. - ¡No es tan difícil como parece!
-Es una Reina. – Jack y James se miraron extrañados al oír
que sus voces concordaban al mismo tiempo. ¿Pero
quién se cree que es? Ni que él hubiese estado con Elsa para tener el derecho
de hablar de ella, se quejó Jack silenciosamente. ¿O es que sí han estado juntos…?. ¡No!, escuchó por primera vez la
vocecita de su sentido común, Eso no es
posible, sino ¿por qué Elsa hubiese pedido que lucharas por su amor?
Pronto se dio cuenta
de a qué nivel los celos lo estaban rebajando. ¿Sería capaz de apartarlos?
La chica mientras tanto, se ponía verde de las náuseas.
-Bien, solo un salto, ve derecho al agua, no mires a bajo...
– se auto animaba mientras gotitas de sudor descendían por su espalda.
Retrocedió unos pasos, tomó una gran bocanada de aire y sin
liberarlo, corrió hacia el borde y más allá. Podría hacerlo. Pero en su último
paso, no había percatado que gracias al miedo, sus poderes se habían salido de
control como no había sucedido hacía tiempo. Resbaló contra la escarcha y su
caída resultó un borrón. Al principio, caía en posición horizontal al agua,
pero cuando trató de estabilizarse, su cabeza chocó directo en una roca que
sobresalía del terreno perpendicular.
-¡Elsa!
El ánimo de todos pasó a ser una sombra en sus rostros
apesadumbrados. El agua cristalina se tornaba roja donde el cuerpo de Elsa se
hundía. Jack, que fue más rápido, nadó hacia ella y la sacó del agua. La
arrastró hacia la orilla, los demás llegaron después. No existía lugar para la
paz en sus vidas…
Colocó su oreja sobre su pecho, mientras maldecía sin parar.
No podía pasar, rayos, Elsa no podía...
¡Latidos! Seguía viva. Presionó repetidamente ambas manos sobre su pecho húmedo
para eliminar cualquier rastro de agua de sus pulmones, o se ahogaría.
Milagrosamente, con los ojos pesados, Elsa logró toser el agua que había
respirado, pero luego su difusa vista de desvaneció.
-Punzie, ¿estás segura de que no puedes?
-Lo siento, Jack, mis poderes no funcionan para estas
situaciones temporales. Tendremos que esperar a que despierte.
Suspiró.
-Bien, será mejor que volvamos.
Caminaron en silencio de regreso, dejando un rastro de
gotitas por sus ropas húmedas. Hacía más frío allí. Los ecos de sus risas
parecían un sueño. Jack no había soltado a Elsa ni un segundo. En su corazón,
él siempre sería su Guardián, pero qué clase de Guardián era al dejar que esas
cosas sucedieran. Nada le entristecía más que ver a Elsa herida, y sin que él
pudiese hacer algo al respecto.
Se secaron ante la fogata. Elsa yacía, aún con poca ropa e inconsciente
a unos pasos del fuego. Jack no se animó a reconstruir su antiguo vestido, no
es que no pudiese con sus poderes, sino que jamás había hecho uno. Rapunzel y James la habían cubierto con una
manta.
Jack Le colocaba paños frescos en su cabeza, James se
ofreció a curar su herida en la cabeza y cuello, pero en una rabieta Jack lo
apartó. Él siempre quiere estar metido,
¿por qué no nos deja en paz? Los celos eran incontrolables.
-Viejo, no seas injusto. – se metió Hiccup. – Solo está
ofreciendo su ayuda. Tampoco es que Elsa fuese de tu propiedad. Déjalo que-
-Cállate, Hiccup, tú no
entiendes. – arrastró las palabras. – Él no es nadie para protegerla.
El comentario lo hirió. James en ocasiones se sentía fuera
de lugar en el grupo. Él era un don nadie al lado de esas personas increíbles.
Era inservible, ¿qué bien podría él hacer? ¿Cultivar maíz? ¿Ordeñar vacas? Nada
de eso era útil, pero era todo lo que él era. Y ahora más que nunca, sabía que
era tan cierto como los anocheceres.
El ambiente se puso tenso. Rapunzel se acercó a Jack
cautelosamente y le habló de la misma manera.
-Jack… Está oscureciendo. ¿Por qué no… vas a traer más leña?
¿Quieren que me vaya?
Bien, pero antes…
-Tengo una mejor idea. – Respondió amargamente y arrojó el
trapo que sostenía a sus pies y caminó pesadamente lejos de sus vistas. Había
una latente furia en sus ojos color mar. – Que el granjero me acompañe.
Ustedes, cuiden a Elsa por un rato. Volveré pronto.
Hubo silencio.
-Huh… Yo los acompañaré. – se ofreció Hiccup, pero fue
cortado por un rotundo “no” de Jack. Mérida lo miraba al vikingo con expresión
de empatía.
-No… quédate. Así cuidaremos de Elsa hasta que regresen.
Todos compartieron una mirada intranquilizada, queriendo que
de alguna forma la tierra los tragase. En especial James. Sabía que no sería
bueno lo que se avecinaba por el humor de Jack. Pero como él era de alguna
forma el jefe, ninguno sintió el deseo de contradecirlo. James caminó arrastrando
los pies y lentamente se marcharon.
No se alejaron demasiado cuando Jack estalló.
-Habla, niño, qué es lo que te pasa con Elsa. – lo empujó
contra un árbol.
-¿Niño? Debo tener tu edad… - las palabras murieron en su
boca. Oh, claro… Jack era inmortal.
Se calló con un poco de miedo ante el arrebato del Guardián.
-¡No cambies de tema! – Se acercó un poco más, desafiándolo
- Habla, o haré que hables.
-Whoa, tranquilo viejo. Yo-
-No soy tu amigo, no me llames así.
-Lo… Lo siento. Pero, ¿en verdad estás así por Elsa? –temía
que en cualquier momento le diese un bastonazo o algo parecido.
-¿Cómo te piensas que estaría? – elevó la voz. Que estaba frenético,
era poco de decir. En cualquier momento se le soltaban los estribos.
-Tú… ¿Aún la amas? – James se había permitido suponer que
Jack solo buscaba a Elsa por puro capricho. Como si le hubiesen quitado un
dulce; no comprendía en ese sentido los sentimientos del peliblanco.
-Claro que sí, maldita sea. – miró al cielo en busca de
ayuda. - ¿Eres ciego y estúpido o qué?
-¿Ya puedes parar con eso? – se puso firme de una vez por
todas. – No te hecho nada a ti, es más, me agradas. Entiendo que la ames, pero
yo-
-Tú te quieres poner en mi
camino, eso es lo que pasa.
-Espera, ¿acaso piensas que Elsa es un trofeo que debo ser
ganado? ¡Ella es una mujer, Jack! Merece ser tratada con respeto-
-Borra esas palabras de tu boca, granjero. Yo jamás, jamás
pensaría eso de ella. Que te quede claro.
-Te estás dejando cegar por celos sin sentidos y que-
-¡Cierra el pico! – alegó a golpearlo, pero se detuvo con el
puño en el aire.
-¿Quieres golpearme? – le desafió, hubiese resultado mejor
el efecto si su voz no se hubiese quebrado. Jack podría congelarlo o colgarlo
de los calzones en el árbol más alto. ¿Qué haría él? – Hazlo. ¿Pero qué bien te
haría? ¿Qué bien le haría Elsa?
-¿Te crees que Elsa te ama? – habló con ridiculez en la voz.
– James, James, James. Qué equivocado estas.
-Te comportas como un lunático. Y si piensas que golpearme
hará que Elsa te ame mágicamente, estás equivocado.
-No vales el esfuerzo. – dijo despectivamente. – Ahora,
déjame decirte una última cosa, he dejado que te quedes con nosotros, aunque no
seas nada más que un estorbo sin utilidad, ¿o quieres que te recuerde cómo
terminaste la última vez? Así que aléjate
de Elsa, o te las verás conmigo.
-¡Elsa no es tuya! – el hombre ladró impotente, como si a un
niño le hubiesen quitado su juguete. No es que él hubiese tenido uno en su
vida.
-¿Oh, y crees que es tuya entonces?
James guardó un eterno silencio. Por supuesto no lo era y
jamás lo sería. Sabía más que nadie que era imposible, pero eso no podría
impedir que la siguiera amando. Reflexionó, mientras la mirada atravesadora de
Jack seguía en él. Nunca lo había visto actuar de esta manera; irracional y
casi violento. ¿Y todo por celos de él?
-No, no lo es. Pero, te has preguntado alguna vez qué es lo que
ella querría… ¿Acaso le gustaría que te comportes así? – dijo James
recelosamente, pero sintiendo su significado. A Jack le hubiese encantado
golpearlo allí mismo por su osadía. ¿En qué momento ha dejado de pensar en
Elsa? Pero lo que dijo a continuación el granjero lo silenció por completo. –
No soy idiota, sé que te ama. Y de una forma tan fuerte la cual no logro
comprender, y que incluso piensa en siquiera perdonarte después de lo que le
has hecho. Pero por una vez, deja de
pensar en ti o en mí. Piensa en ella. Jamás lograrás ganarla si sigues con
tales pretensiones. Créeme.
>> En algún punto comprenderás que te has pasado de la
raya por alguien o algo, que el único paso siguiente es detenerse. No es que te
estés rindiendo, y no es que no deberías intentarlo. Sino, simplemente que has
dibujado la línea entre la determinación y la desesperación. Y desesperado es
como te muestras. Lo que es en verdad tuyo siempre lo será, y lo que no, no
importa cuánto te esfuerces, jamás lo será.
Jack estaba paralizado, el aire se le escapaba y no lograba
reaccionar. Había tanta verdad en las palabras de aquel simple granjero como
nunca había escuchado. Pero no le dio la razón. Hiccup apareció en un costado,
carraspeando para llamar su atención.
-James, ¿qué tal si vas al campamento? Elsa está
despertando.
El aludido asintió, su ceño se relajó en algo que a Jack le
pareció pena y se esfumó. Jack pretendió seguirlo al oír que Elsa recobraba la
conciencia pero…
-Ha, ha. Tú te quedas aquí. – dijo Hiccup con autoridad,
logrando frenarlo. Jack había perdido su voz luego del discurso de James y
trataba de encontrarla.
-A ver, a ver. ¿Me explicarás qué rayos fue ese berrinche de
niño? Créeme, se oyó todo. – cuando ya estuvieron lo bastante lejos, el vikingo
se interpuso en su camino y exigió una respuesta con su ceño tan fruncido que
ocultaba sus ojos verdecidos. Realmente estaba preocupado por su amigo y la
situación que se había armado.
Jack lo hubiese mandado a un lugar innombrable, le hubiese
dicho que no se metiera, pero si había algo que él odiaba era ocultar cosas
cuando realmente deseaba gritarlas.
-¡Aghhh, no lo sé!
– suspiró ruidosamente y dio un firme puñetazo a un tronco vecino. Se le
clavaron varias astillas, pero no le dio importancia. Después, suspiró y dijo
rendido. – No lo sé…
Hiccup seguía apacible, quizás exasperado.
-Mira, no me has dicho qué centellas sucedió contigo y la
Reina. Pero no te he dicho nada al respecto. Creí que me lo dirías con el
tiempo. Sin embargo no se me ocurre qué pudo haber pasado para que te comportes
de tal manera con el pobre James.
-¿Pobre James? ¿No viste lo que intenta hacer? – sus ojos
llameaban. Su ánimo era inestable como el de un volcán.
-Tienes celos, Jack, ¿no te das cuenta?
-¿Celos de él? –
Por supuesto que los tenía, pero admitirlos era otra cosa. – Él tendrá celos de
mí. Hasta… Hasta… ¡Su nombre se parece al mío!
Hiccup deseó haber estrellado su cabeza contra una roca,
pero en su lugar lo hizo con la mano. Por
el amor de Odín…
-¿Te das cuenta de las idioteces que dices? Estás siendo
paranoico, él no es un reemplazo o una copia tuya. Es James.
-No son idioteces, Hicc. Se piensa que es una especie de
perro faldero de Elsa, es patético.
-¡Él está enamorado de ella!
Jack quedó en silencio.
-Y no me digas que no lo sabes. ¡Parece que pasas todo el
tiempo intentando competir con él!
Sus palabras eran duras, pero eran la verdad. Nunca había
querido aceptar que alguien más la amaba. ¿Qué
rayos he estado haciendo?
Jack se sentía extraño, ¿afligido? ¿Con culpa acaso? No le apetecía nada más que estar solo.
-Hicc, será mejor que regreses al campamento.
-Pero-
Jack suspiró, ya no lo miraba a los ojos. – Hazlo.
El vikingo comprendió que ese era el fin de la conversación
y cumplió con la orden, sin siquiera mirar atrás. Entendía lo debatido que
debía estar sintiéndose Jack.
Cuando regresó, estaba todo en un silencio fúnebre. James
preparaba comida escasa que las chicas
encontraron rápidamente, y ellas, junto con Elsa, reposaban bajo la cálida ala
de Chimuelo. Elsa se veía mejor que cuando estaba inconsciente, sus mejillas estaban
encendidas por el calor emanante del dragón en la gélida noche que acababa de
caer. Lo miró al llegar y le dijo.
-¿Dónde está Jack?
Esa noche, Jack no regresó al campamento.
E incluso, pudieron jurar que esa fue la noche más oscura de
todas, ni una estrella o Luna iluminaban el cielo.
-¡Ouch, me pisaste! – Hans se quejó desde la penumbra.
-No es cierto. – Pitch respondía en susurros forzados.
-¡Silencio! Nos oirán. – Gothel decía con su familiar y
tranquila voz, pero que a la vez ansiaría incinerar el planeta. Una espesa
barrera de magia oscura los ocultaba de la vista del campamento.
-¿Cuál es el sentido de espiarlos si no los vamos a atacar?
– dijo Hans. Gothel lo fulminó con la mirada, por lo que él añadió temeroso –
Señora… Gothel…
La bruja ronroneó cual gato hambriento.
-Mhmm, sencillo. Atacaremos desde su punto más débil. Lo que
hacemos simplemente es estudiar a estos tarados hasta que conozcamos la
respuesta. Prontamente hacemos lo nuestro cuando llegue el momento.
-¿No podemos simplemente secuestrar a Rapunzel? – preguntó
Hans nuevamente.
-Eres idiota. – comentó el Ser Oscuro.
-No, querido Hans. Rapunzel tiene que aprender su elección,
y cobrará el precio viendo a sus amigos muertos enfrente de sus ojos. Todo lo
que pensó haber amado destruido…
-¿Y cómo los mataremos? – preguntó Pitch.
-Paciencia, querido, todo vendrá a su tiempo.
Fin del capítulo 37
Lo sé, la parte de los villanos quedó un poco suelta, ¿no es así? Antes que nada les aviso que estoy guardando las mejores partes para el final. Veremos qué hará Jack, si seguirá con sus rabietas o será un hombre y le hará un lindo gesto a Elsa.
Wiiii primer xD me gusto mucho este capítulo demasiado pero deja que jack se quede otra es con elsa la ultima parte esta como de intriga que pasar oshhhhh :3 ya no puedo esperar por el otro capítulo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Pdta: me estas inspirando para hacer una obra de ello sube mas me encantan deberías sacar un libro to compraría todas las copias xD aja jajaja bueno espero el otro beshossssssssssssss cuídate britanny :333
ResponderBorrarGenial!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! me encanta cuando JACK se pone celoso ;) es hermoso!!! me encanto espero con tranquilidad el siguiente capitulo. Saludosssss Britt, tu admiradora!!!
ResponderBorrarBritanny lo adoré, simplemente lo adoré y me fascinó. mis padres dicen que un buen libro es aquel que te hace sentir varios sentimientos y, bueno, este es el mejor libro que he leído y eso que he leído bestsellers, pues aquí me emocioné, me enojé, reí y hasta incluso lloré. Lo adoré y como comentario u opinión me gustó que hayas puesto fecha de publicación y deberías hacerlo con los siguientes capítulos.
ResponderBorrar-Nina ;)
muy buen capitulo y HASTA QUE ALGUIEN LE ABRIO LOS OJOS A JACK, a ese paso en verdad iba a perder a Elsa para siempre, James le abrio los ojos a Jack de una vez por todas, Gracias James pero me dolera saber que Elsa ya no es inmortal, ahi no podra estar mas con Jack, ojala se de cuenta de eso antes de cometer algo de lo que luego se arrepienta, esperare con ansias el capitulo 38 sigue pronto
ResponderBorrarjelsa es bueno pero de estar embarazada por sus nauseas
ResponderBorrarOye ya no soporta esto es muy loco james sabe que no puede amarla es un amor incorespondido el sabe que ella ama a jack aaaa esto esta muy wow wow wow y wow no pares esto esta asombroso
ResponderBorrarbaya que incomodo se pusieron jak y james ... pero en otra parte !!!! ES LA MEJOR HISTORIA DE TODA MI VIDA!!!!!!! te quiero britt
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