Capítulo 32 "Reunión".
-¿Mérida, estás segura que es por aquí?
Las chicas habían caminado casi toda la tarde. La noche les pisaba los talones, levantando hojas del suelo
en pequeños remolinos con una fresca ventisca. Unas molestas sensaciones se
sintieron en el estómago de Rapunzel.
-Claro, tú dijiste que Arendelle estaba en esta dirección.
–respondió convencida.
-Oh, cierto. –fingió haberlo olvidado.
-Espera – frenaron - , ¿no hemos pasado ese árbol como tres
veces?
-Todos los árboles son iguales.
-¡No, hemos caminado en círculos!
-Mhmm, yo creo que nunca he visto ese árbol. – dijo tratando
de ocultar los nervios, sin mucho éxito.
-Rapunzel, estamos yendo en la dirección incorrecta, ¿no es
así?
-Bueno… Tal vez un poco… ¡Es que en verdad quería ir contigo
pero no tengo idea de dónde queda el Reino! – trató de disculparse.
-¡Ughh, estamos perdidas!
-De todos modos, tu tampoco sabías dónde quedaba, por lo que
estaríamos igual de perdidas. ¿Tengo razón o no? – salvó la situación la joven.
Mérida suspiró pesadamente.
-Sí, de acuerdo tienes razón. Pero al menos yo sabía que si
caminaba derecho llegaría tarde o temprano ¡Y ahora nos hemos alejado mucho del
camino!
Sacó una flecha y golpeó repetidamente su afilada punta
contra un tronco, descargando así su furia. Mientras, Rapunzel trataba de
calmarla con el mejor humor posible.
-Oye, no te preocupes. Podremos pedir indicaciones. Tenemos
tiempo, ¿recuerdas? – dijo con su armoniosa voz.
-¿A quién? Nadie circula por los bosques. Solo nosotras
somos las únicas taradas. – la chica seguía desconcertada.
-¡No! Anímate. Seguro alguien pasará.
-No, Rapunzel, deja. – dijo ahora en tono un poco menos
asesino. Era inútil discutir. Ya estaban perdidas y desviadas. – Comienza a
anochecer, será mejor buscar un lugar para dormir.
-Concuerdo.
Continuaron su rumbo que no llevaba a un lugar en
particular. No a Arendelle, por lo menos. Encontraron un calmo prado sumido en las sombras con altos árboles
a su alrededor, perfecto para improvisar un campamento. Fueron en busca
de leña y trabajaron en equipo para armar un precario fuego.
Rapunzel sacó comida que llevaba en su bolsa y le compartió
a su compañera. Su ira había cesado, por suerte. Ahora solo estaban preocupadas
por sobrevivir la noche a la intemperie.
Cuando estaban por acostarse a dormir mientras la otra
tomaba guardia, se oyeron hierbas crujir. Muchos pasos acercándose a ellas.
Pensaron que era un grupo de lobos tal vez y tomaron postura defensiva, sartén
y arco en mano.
Las pisadas, escondidas en las oscuridades de los árboles,
frenaron. Luego se oyeron susurros.
-¡Salgan de allí! ¡Sabemos dónde están! ¡Si son bandidos,
les aconsejaría que siguieran su camino porque podría atravesarlos con flechas en
cuanto pongan un pie fuera de su escondite! – amenazó la valiente muchacha
pelirroja.
Rapunzel acotó temblorosa. De esto es lo que le había
hablado su madre toda su vida. Los peligros del exterior.
-¡Sí, hagan lo que dice ella!
Un joven de
vestiduras extrañas y cabello y tez extremadamente blanco salió torpemente de
los árboles, alguien lo había empujado a salir a su vista. En verdad era muy
pálido el extraño, pensó Mérida, como si fuese una pintura que jamás hubiese
sido tocado por color.
Pero Rapunzel sí lo reconoció.
-¿Jack? – preguntó impresionada. El otro también lo estaba.
-¿Rapunzel?
-¿Qué haces aquí? -
apuntaron ambos al mismo tiempo. No se lo esperaban encontrarse en medio de la
nada por la noche.
Otro joven salió detrás de Jack, este era de cabello moreno
y ojos verdes igual de perdidos que los de Mérida.
Ella no entendía un comino de la escena.
-¿Espera lo conoces? – le preguntó a Rapunzel. Pero en el preciso momento, el nuevo chico preguntó
lo mismo, haciendo que sus voces parecieran una.
Los otros dos respondieron con un asentimiento y continuaron
con su emocionante charla entre ellos.
-No lo puedo creer – decía él, casi gritando y batiendo sus
manos y bastón con aire de felicidad – por fin has salido de tu torre. Te
felicito.
-¡Lo sé! – sonreía Rapunzel a su vez – Digo… Lo sé. Ahora
estoy viajando con mi amiga Mérida. Vamos hacia Arendelle. ¿Y tú?
-Huyo de Arendelle, técnicamente.
-Oh, no. ¿Por qué?
-Larga historia.
Mérida despegó los ojos de ellos que proseguían con su parloteo
de conocidos y los posó sobre el otro. El aludido caminó a paso rengo hacia
ella, extendiendo la mano.
-Hola, soy Hiccup.
La muchacha no había notado que le faltaba uno de los pies.
Y tampoco sus vestiduras. Y tampoco su dragón que apareció a su lado. Tampoco
su acento norteño. Ni su aroma particular. Solo podía ser una cosa. Vikingo.
Gritó y vociferó maldiciones. La palabra Vikingo era veneno
para ella y su clan, para su cultura y creencia. Los enemigos naturales. Apuntó
al joven con dos flechas a la vez.
-¡Vikingo! ¡VETE DE AQUÍ EN ESTE INSTANTE O YO-! – fue
interrumpida por el rugido del dragón negro como la noche. Ella no lo dudó y
soltó las flechas que volaron directo a la cabeza de la bestia y a otra a la del vikingo, técnica perfecta; su padre
la hubiese felicitado. Pero fueron obstruidas por un rayo blanco y las flechas
cayeron al verde pasto cubiertas de algo cristalino. Escarcha, le pareció.
-¡Qué rayos, Mérida! ¿Cómo le vas a disparar? – Rapunzel
sonaba casi decepcionada. Había ocultado al completo su terror de que diese en
el blanco de no haber sido por Jack.
-¡Es un Vikingo! – chilló la pelirroja.
-¡Claro que soy un vikingo!
-¡Claro que es un Vikingo, por el amor del cielo! – acotó
sarcásticamente Jack.
Esta vez se dirigió a Hiccup.
-¿Has venido a matarme no es así? –rugió Mérida.
-¡Qué! ¿ESTÁS LOCA MUJER?
-Claro que no, apestoso Vikingo. Hablo enserio.
-Yo igual. ¡No he venido a hacer nada!
-Tiene razón, chica… pelirroja. – Jack desconocía su nombre
– Estamos perdidos, y vimos fuego por eso estamos aquí. Es todo. Ahora baja
eso…
Mérida estiró su arco nuevamente, confundida y sin saber a
quién apuntar, ¿decían la verdad?
-Mer, puedes confiar en ellos. Te lo prometo. – Rapunzel dijo dulcemente al acercarse a
ella y apoyar una mano sobre la suya. Mérida bajó su tensa postura y colocó las flechas y el
arco de nuevo en su lugar.
-De acuerdo. – cedió – Posiblemente pueda confiar en el
anciano. Pero no en el roñoso Vikingo.
-¡Oye! – se quejó Jack.
Hiccup rodó los ojos. A ningún vikingo le agradaba ser
llamado así. Aunque verdaderamente era cierto.
-Escocesa debía ser.
-¿TIENES ALGÚN PROBLEMA?
-¡De hecho, muchos! – contraatacó. Ni siquiera se conocían y
ya se podría decir que se odiaban.
-¡Chicos! – el Guardián puso cartas en el asunto - ¡Basta de
peleas, de acuerdo! O la próxima congelaré la nariz del próximo que grite.
-Oye viejo, no me dijiste que sabías hacer eso… - Hiccup
reflexionó el momento previo.
-Lo siento, viejo. Hay mucho que no te he dicho.
-Como sea. – prosiguió Jack – Vinimos con mi amigo Hiccup y
su lagarto Chimuelo a pedirles a ustedes, señoritas, si nos dejan acompañarlas
por esta noche. La verdad que no nos vendría mal dormir en un lugar como este.
Estamos igual de amparados como ustedes. Tal vez si juntamos fuerzas nos irá
mejor.
-Sí, ya oyeron el refrán. Un cardumen de peces hace mejor
almuerzo para una ballena que… ¿un solo pez? – la voz de Hiccup disminuía a
medida que se olvidaba el verdadero
refrán que quería decir pero que dijo una estupidez en su lugar.
-Hicc, mejor calla. ¿Qué dicen? – Jack las animó con su
cálida sonrisa. Las sonrisa
conquistadora para Elsa.
-Denos un momento. – Rapunzel tomó a su compañera por el
brazo y la alejó de los chicos para tener una conversación privada.
-De ninguna manera.
-¡Qué! Oh, vamos, Mer. Será más divertido si somos un grupo
más grande.
-A ti porque te gusta el alvino.
-¿Q-qué? No es así. No. Eso fue hace mucho. Lo he superado.
Ahora vallamos a decirles que aceptamos su oferta – canturreó con una sonrisa
del tamaño del Sol.
-¡No! No, no y no. Rapunzel no quiero estar cerca de ese.
Entiende.
-Mérida, jamás harás amigos de esa manera. Anda, anímate. Ya
has visto que no nos hará nada.
-¿Y si su dragón nos come? ¿Y si son bandidos y nos roban?
-No tenemos mucho para perder.
-Sí… Bueno… Mi arco y tu sartén cuentan.
-Mer – suspiró -, estás poniendo excusas ¿te das cuenta?
Sabes que no nos harán nada, a Jack lo conozco. ¿Y no sería agradable conocer
un Vikingo y su mascota? ¡Tal vez resulten ser agradables! - su sonrisa comenzaba a sofocar a la otra
joven. ¿Qué acaso nunca se apagaría?
-No.
-¡Genial! – hizo oídos sordos y jaló de ella nuevamente a su
punto original - ¡Vamos a darles el sí!
-No, Rapunzel, no. – suplicaba a duras penas.
-Por favor, por favor, por favorcito. – devolvía la súplica.
Mérida no podía decir que no porque solo haría que su amiga
siguiera insistiendo. Mejor ahorrarle el esfuerzo.
-Está bien. – escupió.
Rapunzel chilló como una ardilla loca, pensó Mérida, y
aceptó la oferta de los otros jóvenes.
Las estrellas titilaban a su vez. Hiccup, Jack, Rapunzel y
Mérida (alejada por supuesto del primero) estaban sentados en improvisados
asientos alrededor del fuego que había crecido gracias a Chimuelo.
-Bien, bien – les hizo callar Jack -¿quién empieza?
-¡Yo, yo! – respondió la joven rubia – Mi nombre es
Rapunzel, ya lo saben. Vengo de… bueno mi torre y he caminado mucho tiempo para
encontrar una ciudad, o bueno personas. Y no había tenido suerte hasta que encontré
a Mer en los bosques, más bien ella a mí, y casi me mata. Y hemos terminado
aquí. –concluyó sonriendo. No sabía que era tan sencillo hacerse un amigo.
-Huh, omitiste lo de tu cabello… – señaló el vikingo, estupefacto.
-Oh, cierto. Bueno, es un poco extraño contárselos a ustedes
que los conozco hace poco, excepto por Jack, pero lo diré de todos modos. Solo... No enloquezcan ¿sí? - el resto asintió poco a poco - Mi
cabello es mágico, con habilidades curativas y revertir cosas. El problema es
que al cortarlo, pierde su magia. – apartó su cabello hasta mostrar un pequeño
mechón marrón que se diferenciaba del dorado del resto.
-Cool. Sigo yo. – Jack carraspeó – soy un
Guardián, un trabajo para muy pocos. Es complicada mi historia pero lo
resumiré. Una vez, la Luna me habló. Si señores, la Luna. Y me dijo mi
verdadero nombre. Desde entonces soy este apuesto hombre que jamás crecerá. Oh,
y ahora que lo recuerdo, no soy un anciano. Solo tengo más de doscientos años
pero luzco joven. – aclaró especialmente para los presentes.
-¿Eso es todo? – dijo Mérida.
-Oh, también tengo habilidades para controlar el hielo y
volar por los aires. Me conocen también como el Espíritu del Invierno, o más
interesante, Jack Frost. Te toca. – le codeó a Hiccup a su derecha.
Mérida rodó los ojos.
-Huh… De acuerdo… Soy Hiccup Haddock, hijo del jefe de mi clan:
Berk. Y, bueno… Mi amigo Chimuelo y yo no encajamos muy bien allí. Como sabrán,
los vikingos somos famosos por la caza de dragones.
También por sus olores,
pensó Mer.
-Pero… Yo nunca he matado a ninguno a diferencia del resto.
De hecho, me he hecho un amigo. Por ello nos hemos alejado de casa, aunque sea
por un tiempo…
-Interesante. – sonrió Rapunzel. – Tu turno, Mer.
-¿Tengo qué? – se quejó.
-Claro, todos lo hemos hecho.
Ella suspiró y balanceó su cabeza al compás de su loca
melena. Esto era como una “práctica de princesa” que su madre le daba. Otra de
las razones por las que aceptó de inmediato irse de Dunbroch. Se paró, juntó
sus manos una encima de la otra y con expresión pesada recitó lo que había
repetido millares de veces.
-Mi nombre es Mérida, primogénita del Rey y Reina del clan Dunbroch, princesa de Dunbroch,
hermana de los príncipes de Dunbroch. Mi pueblo se alza sobre los bastos
bosques donde el Dios del Sol toca la tierra… Blah blah, lo olvidé. Y yo juro
solemnemente… blah blah blah.
Su discurso de “princesa” pareció divertirles a todos,
incluso al vikingo.
-La palabra Dunbroch me da hambre. – comentó este, haciendo
que todos riesen más fuerte.
-¿Eres princesa? – se sorprendió Rapunzel. La sujetó de los
hombros cuando Mérida volvió a sentarse.
– ¡Mi amiga es una princesa! Espera, se supone que las princesas no cazan...
-Soy una princesa distinta… - sonrió avergonzada. ¿Qué tenía
de fantástico serlo?
-Oye, Mérida, se suponía que debías contar tu historia, no
recitarnos un poema. – siguió Jack.
Para cuando todos habían recuperado su aliento, comieron de
las provisiones de Rapunzel. Esta y Jack se recostaron en distintos extremos,
satisfechos por la comida y se propusieron dormir. La noche era fría, cada vez
más fría. Por suerte la joven contaba con su abrigo y Jack, bueno a él no le
molestaba.
Mérida se había propuesto para montar guardia, pero Hiccup
no le permitió.
-De ninguna manera, “princesa”. Yo patrullaré, no dejaré que
lo haga usted. – aunque parecía que la estaba burlando por su título, en verdad
sonaba sincero.
Vikingo, ¿qué se
piensa que es?
-No. Yo lo haré, vikingo. Ya has visto lo que soy capaz. Así
que apártate. Y no me llames princesa. – lo sobrepasó, su melena volando en el
gélido viento. Parecía una niña caprichosa, pero Hiccup la sobrestimaba. ¿Se
pensaba que era mejor que ella?
-Tengo nombre, princesa, ¿sabes?
Ughhh
-Lo sé. – gritó desde lo lejos y se estrepitó sobre una roca.
Su aliento se evaporaba y sus dientes golpeteaban. Mala idea alejarse tanto del
fuego. Pero Hiccup estaba allí, seguro viéndola en ese instante. Pero ella le
daría la espalda todo lo que pudiese. Aguantaría.
Crack, crack.
Diablos, Mérida se había dormido en plena guardia. Aún era de noche y los demás dormían. Buscó
al vikingo, y encontró una pierna que sobresalía bajo la escamosa ala de su feo
dragón.
Crack, crack.
Los extraños ruidos se repitieron, cada vez más audibles. Ella
saltó de su incómoda roca, no había notado que tenía una especie de manta
peluda y oscura. Buscó por su arco, pero no lo halló. Plan b.
-¡Chicos, despierten! ¡Hay algo allí!
-Debe ser una ardilla, no te preocupes. –balbuceó Jack semidormido.
-¡¿Ardillas gigantes que roban mi arco?! ¡Arriba, se acerca!
Hiccup salió de debajo del ala de Chimuelo con hacha y
escudo en mano. Los demás imitaron su gesto, ahora más despiertos. Incluyendo
al dragón. Formaron un círculo con sus cuerpos de frente a los árboles a su
alrededor. Los nervios de punta. No cabía duda que los bosques eran un lugar
para valientes.
Pero ellos lo eran.
Una sombra oscura se desplegó ante ellos. Eran dos. Dos
pares de ojos brillantes los miraban. Una de esas sombras se asomó para ser
vista, mientras que la otra permaneció incógnita.
Era Elsa.
Su vestido cristalino reflejaba pequeñas estrellas sobre la superficie. Se veía cansada y llena
de estupor.
Ninguno de los dos esperaba encontrarse en esa situación. No
tan pronto.
Jack bajó la guardia. Podía sentir que su cuerpo no
respondía. Estaba clavado en la tierra, pero quería correr hacia ella. Quería
sonreír, besarla, abrazarla, contenerla. Pero existía esa pelea que sabía a
rompimiento entre ellos. No era tan simple. ¿Qué
rayos?, ¿qué rayos?, ¿qué rayos? Sus sentidos resucitaron y desbordaron
como un volcán en erupción.
-¿Elsa? ¿Qué haces aquí?
-¿Qué haces tú aquí?
-Huh… - no le diría
que huía de sus problemas en vez de enfrentarlos. – Lo mismo pregunto.
En eso, la otra persona salió a la luz. Era un chico.
¿Tan rápido me ha reemplazado?
Ira, desconcierto, dolor, felicidad, celos se arremolinaron en Jack. Esto era
increíble.
El resto de la
pandilla apuntó con sus armas y sartén al nuevo quien no había sido identificado. Incluido
Jack.
-Eh… ¡hola, soy James! – se presentó el individuo con
nerviosismo y algo de timidez. Un
completo idiota, pensó Jack. ¿Y quién
le había preguntado?
-¡Oigan, no lo lastimen! Viene conmigo. – intervino Elsa,
superponiéndose entre ellos.
-¿Rapunzel? – ya no tenía sentido explicar su inmensa
sorpresa.
-¿Qué acaso todos se conocen? – se quejó en vano Hiccup.
-Shhh, quiero escuchar. – Mérida le silenció.
-¿Quién es este? – Jack tenía el ceño fruncido. Juró que no
era su intención mostrarse así. Los celos son algo difícil de controlar.
-Hola, soy James. – saludó, como un tonto, el tipo.
-No me refería a eso…
-No es tu asunto, Jack. – Elsa reparó en su nuevo grupo. –
Veo que también has encontrado buena compañía. Espero que te vaya bien. –
siguió ella, apenas ocultando su amargura en las palabras. - James, nos vamos. – lo tomó de la mano y empujó
de él hacia adelante.
-¿A dónde? – siguió Jack.
-No es tu asunto… - prosiguió su rumbo, salteando la fogata
que se extinguió. Jack la alcanzó y
sujetó su mano con fuerza.
Fue un momento extraño. Luego de su discusión, ambos
pudieron sentir en su interior que jamás volverían a sentirse, a tocarse. Pero
allí estaba, su mano sobre la suya. Y la sensación pareció desvanecerse. Era magia.
Maldita sea, la magia de la que casi se habían olvidado. Y allí estaba de
nuevo, el deseo.
Elsa tuvo que reprimirlo. La cura, se recordó.
Encuentra la forma de revertirlo. Y después tendrás a Jack. Aunque no por
siempre… Por razones así no podía
desconcentrarse con él, por más que lo
quisiera. Y lo quería.
James la ayudaría. Con él no se desconcentraría. Había
encontrado en el la paz que pareció perdida. James también la protegería…
-Déjame ir, Jack.
-Jamás.
-Ya lo has hecho, de todos modos. – apuntó con filosas palabras.
Jack soltó su agarre con dificultad. Elsa siguió caminando, y James se había
quedado a mirar al otro de cabello
-Oye, ¿por qué no se quedan? Parecen exhaustos. Tenemos de todo para sobrevivir en el bosque. ¿Qué dicen? – Rapunzel se entrometió.
-Sí, cuantos más mejor. – se animó Mérida. No era malo ese
pequeño grupo que habían formado por accidente. Si no fuese por alguien en
particular, no sería tan malo. De alguna forma, el ánimo de Rapunzel era
contagioso.
-Nosotros… - Elsa se lo planteó. – No, no podemos.
-¿Por qué no? – prosiguió la de cabello rubio.
-Porque no y ya. – dijo duramente. Quería salir corriendo de
allí. De la ira y tristeza que se desprendía invisiblemente de Jack y la
abofeteaba. Lo sentía, su dolor.
-¿E-elsa, por qué mejor no nos quedamos? – pareció que su
voz se escuchaba por primera vez. – Mira, tienen fuego y comida. Nos están ofreciendo
algo que no tenemos. Hemos caminado casi todo el día.
-No, debemos seguir. –
-Necesitas descansar. – sus sabías y dulces palabras se
habían posado sobre Elsa y todos cual coloridas mariposas. Era embriagadora su
calma. Jack procuró aplastar esa mariposa.
Elsa tomó aire, y lo soltó, causando que sus pulmones ardieran.
Hacía demasiado frío. No le podía pedir a James que continuara en esa
instancia.
-De acuerdo.
Rapunzel saltó de alegría. Hiccup y Mérida se presentaron,
al igual que James. Jack solo guardaba silencio, masticando la situación de
sabor agrio. Algo no le cerraba de ese James.
Al igual que en el comienzo, reavivaron el fuego y tomaron
asiento. James al lado de Elsa. Narraron sus historias brevemente y ayudaron a
Mérida a buscar su arco, sin éxito, hasta que el cansancio pudo contra ellos y
durmieron. Pero Jack no podía dormir, así que tomó el puesto de patrulla
nocturna.
Lo que menos hizo fue patrullar. Era una calma noche. Observó
a Elsa mientras dormía, desde la distancia. No podía expresar lo mucho que
extrañaba ver reposar esos suaves rasgos y el aroma a flores que desprendía. Deseó
poder escarbar entre sus mente y saber qué piensa. James le había dado su saco.
¿Era este un reemplazo? ¿O lo había traído consigo solo para darle celos?
No, eso era muy paranoico. James era apuesto, pero no como
Jack. Tampoco parecía material para Elsa. Era muy… simple. No era Jack. ¿Pero podría significar que era mejor que él?
En cuanto pudo, desprendió sus ojos de la y observó el
panorama. Era pintoresco, una reunión de gente poco común. Un vikingo y su
dragón, una chico de cabello mágico, una
princesa ruda de tierras lejanas, la Reina de las Nieves, un Guardián, y un…
James.
Ninguno lo sabía pero grandes cosas -y a su vez peligrosas- les depararía el futuro.
Era cuestión de tiempo.
Fin del capítulo 32
Y le damos la bienvenida a rotbftd (Rise of the Brave Frozen Tangled Dragons), aka The Super Five/ Six... y James.
Hola! Mis más sinceras disculpas, he estado bastante ocupada con la escuela y otras actividades que no he encontrado tiempo para escribirles. No piensen que e he olvidado de ustedes ni de Jelsa. Les traigo como disculpa un extenso capítulo que espero que les guste!
-B.
wow, me encanto, sin palabras, es hermoso,cuando escribes el otro? saludos tu admiradora! :D
ResponderBorrarAme este capitulo,no te sientas presionada
ResponderBorrarGenial. james puede ser mas de lo que piensan como un personaje secundario (los adoro) y espero la continuacion me ha gustado y como. dijo ayelen no te presiones ya somos dos =D trabajos notas pruebas inspecciones ect ect
ResponderBorrar~Saludos =D
Excelente capítulo....
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarHey, disculpen mi ignorancia, pero me perdí... que es ''Rise of the Brave Frozen Tangled Dragón'' es un grupo? genero? o un titulo? o que? me explicarían? porfis..(lo lamento, soy nueva en esto) y de donde salio 'james' o sea, de que 'peli' ... obvio si se de donde son los demás personajes, pero de donde es 'james'? o.O y por cierto.. muy buena tu historia, me encanto... la leí toda en 2 días.. :3
ResponderBorrarHola amiga! Yo te explico, "Rise of the Brave Frozen Tangled Dragon" es un crossover, es decir, una combinación de hechos o personajes de películas para un nuevo género si se quiere decir. También se puede decir que proviene de un fandom, que puede ser de una banda musical, peliculas, libros, en este caso: el de jelsa, con gente obsesiva y genial que le gusta leer fanfiction/historias, hacer fanart, etc. Y son muy feliz con ello.
BorrarAquel crossover une la historia de esas películas (el origen de los guardianes, frozen, enredados, como entrenar a tu dragon y valiente) para crear historias ficticias de ellos en particular. Y como un crossover no le pertenece a nadie puedes hacer lo que quieras con el, hacerlo propio y contar tu propia historia.
James Brander Garthf es un personaje producto de mi imaginación y que use el personaje de Epic (El Reino Secreto de Dreamworks) para caracterizarlo físicamente, aunque con una variación como con sus ojos esmeralda. ( puedes ver a James aquí http://1.bp.blogspot.com/-QqZ3GX7dTwI/VSLrZVjkgjI/AAAAAAAAAoE/v5yrB4wCA6Y/s1600/photo.JPG )
Espero haberte iluminado, sino me avisas y con gusto responderé.
Gracias por pasarte por esta humilde historia! ♥
ahh *-* Ok, gracias por explicarme.. ya entendí... ;)
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